Según el catolicismo, San Raymundo rechazó la vida cómoda que por herencia le correspondía, desde muy joven se dedicó a los estudios jurídicos y luego impartió clases de jurisprudencia, el sueldo que ganaba por ello lo utilizaba para ayudar a los necesitados.
Fue canonizado por el Papa Clemente VII en 1601 y se le considera patrono de los juristas católicos.